Caperucita


Este año vamos a estrenar nuestra Caperucita Roja.
Aunque la idea me llevaba rondando años, siempre la deseché. ¿Una Caperucita Roja? Uhm...
Caperucita Roja es un cuento que siempre me ha atraído. Es divertido, tiene muchas lecturas, da mucho juego... Pero es un clásico. Es más, es el clásico de los clásicos, el requeteclásico. Los dos primeros espectáculos que hice fueron dos clásicos: Los tres cerditos y El Sastrecillo Valiente. En la decisión, además del gusto propio, pesaron también las razones económicas, necesitaba espectáculos lo más vendibles posible. Y fue una decisión acertada.
Después dejé los clásicos y me adentré en terrenos más arriesgados. Hicimos una versión de La vida es sueño, de Calderón de la Barca; estrenamos Pequeñeces, en el que exploramos el trabajo de títere y actor, empezamos a jugar con temas cercanos al niño y con los sentimientos y con El monstruito ahondamos en esa búsqueda.
Un día, Patricia Arroyo me propuso hacer una Caperucita Roja. Mi primer pensamiento fue: "¿Caperucita Roja? Mujer, yo creo que..".
Pero de repente me di cuenta de que las razones para hacerla eran más que para no hacerla. ¿Por qué no aventurarse? ¿Qué culpa tenía la pobrecilla de ser el requeteclásico? Es todo un reto intentar aportar algo en una obra en la que ya mucha gente ha aportado cosas. ¿Cómo hacer una Caperucita diferente al resto de las Caperucitas? Eso te obliga a plantearte muchas cosas, a darle más vueltas a la obra, a buscar nuevos caminos... Y eso es realmente divertido, apasionante.

Sí, ahora que ya estamos casi terminando la producción, me parece un trabajo fascinante esto de hacer Caperucita.

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