Caperucita Roja... ¡la repanocha!


Terminamos este fin de semana en el Teatro Pradillo con Caperucita Roja y ha sido realmente espectacular. La respuesta del público ha sido impresionante.
Llevábamos pocas funciones con la obra y yo todavía tenía algunas dudas. Con Pequeñeces y El Monstruito habíamos llegado a un nivel que me parece bastante alto. Caperucita Roja no tiene que ver tanto con esos espectáculos. Aunque en él hay también trabajo de títere y actor, tiene un planteamiento más sencillo. Tanto en Pequeñeces como en El Monstruito se juega mucho, aunque de una manera divertida, con los sentimientos, con problemas y situaciones cercanos a los niños. Sí, son espectáculos divertidos, pero también invitan al público a reflexionar sobre sus comportamientos, sobre las relaciones de los padres con los hijos y de los hijos con los padres.
Caperucita es mucho más distendida. Es, en cierto modo, un divertimento; por la temática, por el juego del títere de guante, en el que nos hemos recreado cuidando muchísimo la manipulación, el ritmo... Y me preocupaba que no fuera tan buen espectáculo como los dos últimos.
Después de estos cuatro últimos días en Pradillo, Caperucita Roja me ha demostrado que para nada desmerece los trabajos anteriores. Al contrario. La forma de contar la historia crea desde el principio un clima de intimidad, de complicidad con el público, que funciona muy bien. Desprende simpatía de principio a fin. El espectáculo es un acierto.
¿Y no tiene parte pedagógica? Pues sí, pero el concepto pedagógico que se muestra en ella no va dirigido en realidad a los niños, sino a los padres. Sí. Siempre he defendido que el teatro ya es pedagógico en sí y que no hay que forzar la dramaturgia para "enseñar" al niño. Pero esta vez no he podido resitir la tentación de "enseñar" a los padres. La idea está muy diluida, como me gusta que aparezca, pero el mensaje es claro. ¿Por qué reñimos tanto a los niños cuando nostros somos tan desobedientes como ellos? Como dice Flop al final de la obra: "Y es que los mayores, somos como niños. Y basta que nos digan una cosa, para que hagamos la contraria".
En definitiva. Hice algunos cambios que me apetecía probar y los llevé a la sala con más miedo que vergüenza. La verdad es que el espectáculo ha quedado realmente bien. Tiene un principio muy bueno con el que te metes al público en el bolsillo nada más empezar. Las escenas tienen mucho ritmo, son divertidas, muy dinámicas. Y el final es redondo, como debe ser. La historia se cierra perfectamente.
Os recomiendo que la veais.
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