El abuelo Ramón, de Teatre Nu


Normalmente casi todas las notas que doy sobre espectáculos que he visto son positivas. Las malas críticas me las suelo guardar. Me da reparo hacer comentarios negativos porque sé que pueden resultar perjudiciales para la compañía y que en el fondo, son sólo mis comentarios personales. Seguramente es más un sentimiento corporativista que otra cosa, así que he decidido vencerlo y hacer mi análisis de El abuelo Ramón, de Teatre Nu.

Puedo resumirlo en muy pocas palabras. No me gustó. Y os comento primero por qué no me gustó y luego las cosas buenas. Si os leéis una cosa, leeros también la otra.

La historia es completamente plana. Una niña que quiere ayudar a su abuelo, que padece alzheimer, a recordar su nombre. Y al final inventa un árbol donde cuelga las letras del nombre de su abuelo. En estas dos líneas se podría resumir el argumento. No pasa prácticamente nada. Se van sucediendo escenas que podían ser esas como otras cualesquiera. No hay tensión, no hay casi emociones, no hay nada, más que una sucesión de escenas más o menos entretenidas. La relación entre la niña y el abuelo es muy pobre y siempre prima la presencia de las actrices sobre ellos. El tema podía haber dado para mucho más.

Las actrices estaban bien, pero el tratamiento de los títeres no era muy acertado. Empezando porque las voces de la niña y el abuelo cambiaban dependiendo de quién las manipulara. Había dos actrices y, según cuál cogiera el muñeco, esa era la voz que le tocaba tener. ¡Poca personalidad podían tener los títeres si ni siquiera tenían voz propia!

La estética tampoco es que fuera muy llamativa. Los títeres tenían un gesto bastante hierático, aunque no hubiera tenido importancia si su manipulación no hubiera sido tan tiesa como su gesto.

El abuelo se pasaba medio espectáculo inerte, sentado en una silla, sin manipulador que le diera vida. Los muñecos no andaban, volaban de un sitio a otro del espacio, que tampoco estaba construido para ellos, sino para las actrices. No tenían espacio donde moverse, sino donde "posarse" para decir su texto. Y cuando lo decían se veía más a la actriz que al títere, e incluso señalaba los objetos cuando quien los tenía que señalar era el muñeco.

En fin, que no me gustó. Me pareció un espectáculo técnicamente correcto, con un trabajo actoral muy aceptable, pero aburrido y con un pésimo tratamiento de los títeres.

Ahora bien, y espero que quien haya leído lo anterior, también lea esto. Mi hija de 7 años dijo que a ella sí le había gustado. Especialmente la escena en que las actrices plantan flores en unos sombreros. Lo vimos en la Casa de Cultura de Villalba, un espacio pequeño y que por las fechas en que fue, no contó con mucho público. Pero los niños que hubo aguantaron estupendamente. No se oyeron ruidos, no se desmadró ningún chaval, todos siguieron la historia con más atención de la que yo esperaba. Así que imagino que a ellos también les gustó el espectáculo, como a mi hija. Si queréis saber con qué opinión quedaros, si con la mía o con la de mi hija, os recomiendo una cosa: id a verlo.

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