Primer aniversario del 15M

¡Santa María madre de Dios, qué trabajo nos manda el Señor! El pasado sábado fue el aniversario del 15M, ese movimieto de ovejas descarriadas, de jóvenes perdidos, de rojos salvajes y extremistas,  y ahí fui yo, con una ración extra de agua bendita dispuesto a acompañar al triste y a guiar su espíritu por el buen camino.

Oyendo la televisión en el convento, acudí con gran preocupación, pensando encontrarme a jovenzuelos descarriados, violentos sin sentido, gente con el alma enferma y espumarajos en la boca cuyo único objetivo fuera descargar su ira contra los pobres, pero bien pertrechados agentes de seguridad. Y ahí que me fui, como un San Lorenzo, dispuesto a achicharrarme en el fuego del infierno comunista.

Pero de nuevo volví a equivocarme. ¡Qué tranquilidad!  ¡Con qué alegría cantaban los jóvenes sus consignas! Algo peor vestidos que los del día de la familia, bien es verdad, ¡pero qué simpáticos! ¿Dónde se habrían metido esos radicales de ultraizquierda antisistema que me había prometido la televisión? ¡Igual en Barcelona! Así que con el calor que hacía me bebí el agua bendita y empecé a fijarme en las cosas que con tanto ahínco solicitaban: escuelas para todo el mundo, sanidad, un hogar , que nadie echara a nadie de su casa para ganar dinero, que el dinero de todos sirviera para rescatar a la gente y no a los bancos... Caray, si no fuera por el tufillo anticlerical, esto lo firmaba hasta el  Santo Padre. ¡Oh, mundo loco! ¿El Santo Padre comulgando con ideas comunistas? ¡Algo anda mal! ¿Será que no son ideas comunistas? ¡Santa María, qué inquietud revolotea en mi pecho!!Felix qui potet rerum cognoscere causas¡ ¿Tal vez debería profundizar más en las almas de estos desdichados?

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